Campos de conocimiento

Descripción de los campos de conocimiento que comprende el programa

Con la finalidad de concretar estos objetivos se establecen cinco campos de conocimiento: I) Historiografía y Teoría de la Historia; II) Sociedades Antiguas; III) Historia Moderna; IV) Historia del Siglo XIX; 5) Historia Contemporánea. Para la estructuración de estos campos se consideró una periodización que permite la inclusión de los seminarios correspondientes.

Asimismo, incluye seis líneas de estudio e investigación: 1) Historiografía, 2) Teoría y Filosofía de la Historia, 3) Historia Económica, 4) Historia Política, 5) Historia Social y 6) Historia Cultural. Estas líneas responden al amplio espectro del quehacer histórico y, combinadas con los campos mencionados en el párrafo anterior, posibilitan al alumno la planeación junto con su tutor de un plan de estudios que satisfaga con mayor precisión sus necesidades e intereses de investigación. Los docentes por su parte, incorporarán o reorganizarán sus seminarios dentro de este esquema.

I. Historiografía y Teoría de la Historia

El estudio de la teoría e historia de la historiografía ha formado parte de los planes y programas de estudio, tanto profesionales como de posgrado en Historia, desde hace seis décadas. Asimismo, es una línea de investigación consolidada a partir de los trabajos señeros de grandes maestros como Edmundo O'Gorman y Juan A. Ortega y Medina. El estudio de la teoría e historia de la historiografía debe conducir a la reflexión teórica sobre la historia, actividad fundamental para el mejor desarrollo de quienes pretenden ejercer como historiadores. Así, la teoría y la historia de la historiografía son medio y fin: medio, porque coadyuvan a una mejor comprensión de la tarea histórica; fin, porque la investigación sobre ella como objeto de estudio forma parte del trabajo de los historiadores.

De acuerdo con la influyente revista History & Theory, la teoría de la historia, asociada con la historiografía, contempla los siguientes campos: filosofía crítica de la historia, que abarca problemas de causalidad, explicación, interpretación y objetividad; filosofía especulativa de la historia, que puede incluir problemas de historia global y procesos históricos comparativos; historia de la historiografía, que incluye la teoría y la práctica de los historiadores de todos los tiempos, así como el rescate y la edición de textos; metodología historiográfica, examen de textos, hermenéutica, narrativismo, estilística, epistemología; teoría crítica, derivada de las diversas corrientes de pensamiento; tiempo y cultura, concepciones de la historia y la humanidad en el tiempo y en los diferentes espacios, e interdisciplina, esto es, interacciones entre la historia y las ciencias naturales y sociales y las humanidades. Esta amplia gama de problemas derivados del trabajo sobre el pasado, herramienta indispensable para los alumnos, no sólo puede, sino que debe ser investigada por los historiadores y por quienes establezcan puentes interdisciplinarios con ellos. De ahí que constituya un campo de conocimiento fundamental dentro de los estudios de posgrado en Historia, por lo que se establece como obligatorio cubrir el 20% de los créditos de la maestría en este campo

II. Sociedades Antiguas

Los temas de este campo de conocimiento corresponden a periodos que, dependiendo de la cultura de que se trate, coinciden con tiempos que van de la antigüedad a la Edad Media europea. En este devenir ocurrieron acontecimientos cuya trascendencia está fuera de toda duda y cuyos resultados son parte constitutiva del mundo de hoy. La sedentarización y el surgimiento de la agricultura fueron procesos culturales que revolucionaron sustancialmente la existencia del hombre. Otro tanto puede decirse de la aparición de las ciudades. A lo largo de tales procesos surgieron instituciones políticas, sociales y culturales que son fundamento de nuestra realidad. Lo mismo ocurre con el desarrollo en diferentes civilizaciones, de diversos sistemas de escritura que fueron elementos de importancia innegable en los procesos culturales e ideológicos de las sociedades antiguas.

Cabe destacar que este campo de conocimiento permitirá al estudiante acercarse al estudio de las antiguas culturas del mundo, primordialmente de las mesoamericanas, cuyo estudio es de importancia incuestionable para la cabal comprensión de los procesos de la historia mexicana.

A estas antiguas culturas se suma el estudio del medievo europeo. Este periodo histórico es fundamental para occidente, pues allí se gestaron instituciones cuyo conocimiento resulta imprescindible para entender la realidad de hoy. Baste citar los cambios rotundos que se dieron a partir de la caída del Imperio Romano y la presencia de grupos de cultura distinta, el posterior tránsito, lento y definitivo de feudalismo al capitalismo.

III. Historia Moderna

Este periodo abarca los siglos XVI al XVIII y en él las más diversas culturas vivieron una serie de cambios que pusieron las bases de lo que se ha llamado "modernidad".

En Occidente las rupturas trastocaron el orden medieval: la aparición del protestantismo en el norte partió en dos a Europa y forjó dos visiones encontradas no sólo de la religión sino también de la percepción del hombre; con el individualismo y el afán de lucro, propiciados por el capitalismo naciente y por la burguesía, se gestó un mundo basado en valores económicos sobre aquellos de orden religioso; las monarquías supranacionales se consolidaron gracias a la instauración de un aparato cortesano que les permitió someter a las noblezas feudales pero que generaron fuertes conflictos bélicos con el fin de mantener el equilibrio de las fuerzas geopolíticas; la secularización de la vida y el cientificismo le dieron un nuevo valor al papel del hombre en el mundo; la aparición de la imprenta transformó los sistemas comunicativos e influyó poderosamente en los esquemas religiosos, científicos, filosóficos, políticos, artísticos y literarios.

Finalmente, en este periodo la cultura occidental inició un proceso de expansión hacia los otros continentes. Fue entonces que los crecientes contactos con Asia y las primeras factorías europeas en esas tierras, confrontaron a Occidente con Oriente ocasionando profundos cambios en ambas regiones. África, que apenas recibió el impacto europeo en su franja costera, se convirtió en abastecedora de mano de obra esclava; América quedó incluida en el ámbito de la cultura occidental en este periodo; dicho proceso a su vez generó transformaciones de orden mundial.

Las dos Europas (la protestante y la católica) generaron dos Américas: la anglosajona, forjada en buena medida a partir de la emigración de disidentes religiosos; y la ibérica, organizada con base en los intereses imperiales de las coronas española y portuguesa y de la Iglesia romana. Nueva España, el Caribe, los territorios andinos y Brasil quedaron insertos desde el siglo XVI en los procesos cambiantes que se generaban en la cultura occidental e iniciaron la asimilación a ella de las sociedades nativas y de las poblaciones africanas trasladadas como mano de obra esclava a América. La pluralidad étnica y cultural de la América ibérica y la lejanía de sus metrópolis, entre otras cosas, propiciaron la formación de sociedades mixtas en las que conviven algunos aspectos de las sociedades tradicionales sobre la base de la modernidad. En la América Sajona la pluralidad étnica y cultural adquirió otras características. Sobre estos principios Europa y América, en distintas circunstancias, transitaron hacia el siglo XIX.

IV. Historia del Siglo XIX

Estudia los procesos que dieron origen a las sociedades contemporáneas.

La continuidad de las ideas individualistas y su concreción en diversas propuestas de renovación espiritual y política desembocaron en los proyectos ilustrados sobre la educación y la transformación social. El conjunto de las revoluciones atlánticas, cuyo caso más extremo fue la Revolución Francesa y antes la independencia de los Estados Unidos, generaron un reacomodo de la realidad geopolítica mundial. La movilización popular representó un nuevo agente en las disputas políticas.

El liberalismo, como bandera de las transformaciones sociales, económicas y políticas, propició el desarrollo de los nacionalismos y el surgimiento de movimientos de unificación como los de Italia y Alemania, o de liberación, como en los Balcanes. En Hispanoamérica, las pugnas entre las tendencias tradicionalistas y renovadoras iniciadas desde la época colonial siguieron afectando a los países recién independizados. La América anglosajona, por medio de la inmigración y su expansión territorial, confirmó su vocación imperialista tras resolver su guerra civil. Las reacciones a los afanes transformadores del liberalismo propiciaron otras formas de nacionalismo en China, Japón, India y Rusia.

Las revoluciones industriales consolidaron al capitalismo como un sistema mundial y crearon un nuevo orden internacional, en el cual los imperios coloniales, francés, inglés y holandés, se disputaron el control de los mercados. El progreso material ocasionado por el auge de nuevos inventos y nuevas tecnologías propició una industrialización acelerada. Estos procesos agudizaron las diferencias sociales. La consolidación del proletariado generó ideologías y movimientos sociales que se tradujeron en la búsqueda de justicia social (el anarquismo, el socialismo y el comunismo).

Paralelamente se gestó una profunda transformación en el ámbito de la cultura que ha dejado huella hasta nuestros días. La ciencia, el arte, la filosofía y la religión se ven marcadas por una nueva concepción de la historia y de la naturaleza con una percepción ética e individualista, una filosofía racionalista que desembocó en el escepticismo, una versión del arte basada en la emotividad y la intuición y un gran optimismo en la razón y los logros de la ciencia y la tecnología como base del progreso.

V. Historia Contemporánea

En Europa, el siglo XX estuvo profundamente marcado por la Gran Guerra. El llamado siglo corto arranca en 1914. El periodo de entreguerras fue una época de grandes convulsiones sociales, políticas y económicas que generaron un mundo binario enfrentado entre las alternativas del mundo capitalista y las del mundo comunista, surgido a partir de la revolución de octubre. Dicho enfrentamiento incluyó a los países de Europa y Asia y afectó a los de África y América. En el periodo posterior a la Segunda Guerra, a pesar de dicho enfrentamiento en ocasiones acercó al mundo a una debacle, es posible observar un gran desarrollo que abarcó todos los campos de la vida humana.

El proceso descolonizador de África generó el surgimiento de nuevas naciones independientes que acusaron pronto las debilidades de los nuevos países, sumergidos en muchos casos en guerras civiles y dictaduras políticas. En el periodo posterior, a partir de los años sesenta y setenta, la crisis del llamado bloque socialista generó un proceso de transnacionalización de la economía y la cultura que de diversos modos implicó al mundo entero. En este tramo del siglo XX el desarrollo del libre mercado no impidió que el mundo entrara en nuevas y profundas crisis económicas, de desempleo masivo y empobrecimiento de numerosos países y amplios grupos sociales y que las potencias imperialistas sufrieran un pronunciado declive que permitió el surgimiento de nuevas potencias en Asia e India. El siglo concluyó con el brote de una extrema violencia e inestabilidad, contexto en el que inicia el nuevo milenio.

Para México, el siglo XX arranca de modo específico con la Revolución Mexicana, acontecimiento fundador que reformularía por entero el desarrollo nacional y que dio lugar a dos décadas de inestabilidad y al surgimiento de un nuevo Estado, que en el periodo constitucionalista formuló un proyecto de desarrollo modernizador. El surgimiento de un partido de Estado marcó profundamente el desarrollo económico y social en las décadas posteriores y generó numerosos reclamos sociales que engendraron nuevos conflictos, los cuales se expresaron a partir de los años cincuenta y con mayor intensidad en los movimientos estudiantiles y populares de los años sesenta y setenta.